En reiteradas ocasiones se ha vinculado los orígenes del 8M con un evento desencadenante concreto: el de unas obreras en huelga que fueron asesinadas en Nueva York a principios del S.XX; haciéndose así hincapié en la lucha de las mujeres de clase trabajadora. Sin embargo, han existido diferentes fechas del día de la Mujer Trabajadora hasta que se dejó definitivamente la fecha que hoy conocemos.
Hablar de fechas y datos concretos solo nos puede ser útil si sabemos ver en lo concreto también lo general. Y es así como debemos entenderlo. No se trata de un origen único, se trata, más bien, de un movimiento obrero habitualmente reprimido que se encontraba luchando y mejorando así sus condiciones e incluso, formando un nuevo mundo. En ese movimiento se encontraban varias mujeres trabajadoras que luchaban a finales S.XIX y principios S.XX. No eran “las otras”: ellas también estaban ahí, formando en esas fábricas feminizadas de diferentes sectores (siendo uno de los más importantes el textil) sus sindicatos y huelgas.
Una de ellas fue Teresa Claramunt, una de las primeras obreras anarquistas luchadora por la causa de la mujer -o problemática de la mujer, que dirían-. Uno de esos nombres que reiteradamente olvida la historia oficial y también la propia que se denomina feminista. Teresa Claramunt fue una de las primeras obreras de nuestro país que, perteneciente al sector textil, luchaba, participaba e impulsaba huelgas. Tras ella, empezaron a surgir en nuestro país diversas agrupaciones femeninas con carácter ácrata, secciones sindicales, etc.
Más de un siglo después de las primeras mujeres sindicalistas revolucionarias, nosotras seguiremos haciendo camino hacía un nuevo mundo, en el que vemos imprescindible, derrocar el Patriarcado desde las raíces. Se hace así indispensable estar en contra del Estado, institución ligada desde sus inicios al Patriarcado y que lo ha mantenido y perpetuado a través del tiempo, en sus múltiples formas, además de promover una jerarquía a través de las clases sociales. Criticar el Estado como estructura jerárquica y mantenedora de la desigualdad es criticar el sistema patriarcal que defiende.
Como mujeres trabajadoras tampoco podemos dejar pasar por alto que del 8-M se ha ido eliminando el término “trabajadora”, dejándolo tan solo como un día conmemorativo hacia la Mujer que, con la excusa de que el patriarcado lo sufrimos todas, nos iguala a burguesas y trabajadoras, invisibilizando así a las de siempre, a las de nuestra clase.
Nosotras seguiremos apuntando a la raíz de toda dominación, y por tanto, a la doble opresión con la que nos encontramos y que se encuentra entrelazada: la que sufrimos por ser mujeres y por ser de clase obrera, la cuál nos podría llevar a indicar innumerables problemáticas a las que nos vemos sometidas. Porque, como mujeres trabajadoras, es el sistema capitalista-patriarcal uno de los que más nos impacta por su incapacidad e in-sostenibilidad con los ritmos de vida y de la naturaleza; atentando contra la libre elección de la maternidad, obligándola a postergarla si una desea abrirse hueco en cualquier profesión, así como múltiples discriminaciones alrededor de ella, de nuestros ritmos y de los cuidados, tantas veces dejados sólo a la mujer. De igual forma, los trabajos más feminizados ligados al rol adjudicado son también los que suelen ser más precarizados.
Para finalizar, no podemos tampoco olvidar la hipocresía del discurso habitual sobre el trabajo, olvidando que las mujeres principalmente de clase trabajadora, somos las que hemos sostenido mediante el trabajo no remunerado una gran faceta de la sociedad ligada a los cuidados, que, sin ellos, la sociedad no podría haberse sustentado y con ello toda la producción que sí ha sido reconocida. A la vez, que hemos sido también las que hemos estado a través de los siglos trabajando (por partida doble) como costureras, cuidadoras fuera del hogar, limpiadoras, en fábricas, etc.
Nosotras estuvimos desde siempre en la lucha social y lo seguiremos estando.
Contra todo aquello que sostenga el Patriarcado y cualquier forma de esclavitud.
Contra toda autoridad.