Hoy, donde estamos más expuestes que nunca a mensajes inmediatos y contundentes, con un modelo de consumo de estos que tampoco nos da margen para su análisis, se hace más necesario que nunca tener herramientas que nos permitan analizar y desmigar a estos.
Apelar a las emociones, invisibilización de lo no-normativo, patriarcado, castigo ejemplificador ante comportamientos disidentes son unos pocos de los tantos ejemplos que tenemos de lo que consumimos de forma diaria. Por eso mismo, es necesario empezar a desarrollar herramientas de autodefensa ante este tipo de mensajes tóxicos que por otro lado, cada vez consumimos de manera más continua, con un modelo de consumo audiovisual completamente personalizado y ajeno a ninguna barrera que pudiera existir en el pasado.
No se nos escapa que el capitalismo es capaz de absorber las luchas que, de otra manera tendrían que acabar con él y en el caso de las narraciones audiovisuales, no es ninguna excepción. Grandes empresas como Disney, la productora FOX o demás fábricas de historias cada vez se cuidan más de que sus formas parezcan amables y rompedoras, aunque se dediquen exclusivamente a llenar un cupo de “bienquedismo” que les permita pasar por una empresa nueva y moderna, que además de tratar bien a sus empleades, también sea suficientemente inclusiva para que nadie la tache de rancia.
Precisamente por esto, es importante el formarnos en todo lo que implica el lenguaje audiovisual: Teoría de planos, análisis discursivo, análisis de guion y demás teorías que nos permiten entender el porqué de todo.
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